sábado, 24 de mayo de 2008

El amor en los tiempos de cólera (fragmento)















" Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla." Gabriel Garcia Marquez

1 comentario:

pdarko dijo...

"Siempre me enamoro de marías joaquinas, la gente me juzga por eso, dicen que la lucha de clases se me va a la mierda, pero la culpa no es mía... Jesús también era hijo de carpintero y ahora tiene todo un cielo para él, repleto de marías joaquinas con alitas, repleto (ya lo dijo el potro Rodrigo hablando con voz de Diego)

En la población, en el pobre barrio, una mitad se enamora de la niña rubia y la otra mitad de la colorina de pequitas, ellas constituyen excepción y centro en ese panorama. Ellas son el eje del carrusel del amor, las cartas con dibujos de corazones con la simetría imperfecta, pero bien cuidada, sin flecos, se acumulan en sus piezas rosadas de la cafesosa vivienda básica. Los niñitos pómulos salidos y pelopinchos se enamoran tanto tanto como si en esa carita europoide se leyese el cuento feliz de la vida, ese de la tele, ese que pondría orgullosa a la madre india, porque el orgullo indio ya no es el de antes o quizás es el mismo y eso explica antropológicamente a ñuñoa, la florida y maipú.

Amé y amo profundamente a las marías joaquinas, con rabia, vergüenza y una alegría como de Kinder junto al peladero de cerrillos. Uno cree que se va a salvar en una carita rubia, en unos ojitos claros, pero no me echen la culpa a mí, los angelitos no los inventé yo. Estos enamoramientos son un mal de pobre, un mal del cielo."
Carrusel del Amor (las clases de Chile y las de la maestra Jimena), Pablo Paredes.